domingo, 25 de enero de 2009

EL LUPUS Golpeó Dos Veces

Cuando apenas comenzó su segundo año de Ciencias Económicas, Paola cambió rotundamente, ya no era la chica activa, inquieta, divertida ni "responsable" de antes; estaba siempre desganada, con dolores de cabeza y cada vez que se ponía a estudiar, le bajaba sueño y ella misma decía: -No se que me pasa "estoy como ida"-
A los pocos días mi esposo me dijo muy afligido que nuestra hija tenía "hematomas" en ambos antebrazos (pero no de los comunes sino que por dentro tenían como una "dureza").
La vio una dermatóloga en uno de los mejores sanatorios de la ciudad de Córdoba, le pregunté si no sería Lupus pues yo lo tenía desde muy joven; su respuesta fue la misma que la del especialista que le trató el Granuloma Anular -No creo, es casi imposible que su hija haya heredado el tipo de Lupus que Ud. padece-
Las afecciones según ella, podían derivar de medicamentos o por la gran cantidad de bacterias alojadas en su garganta. Los remedios eran cremas al principio y después, para las bacterias le recetaba unas inyecciones muy fuertes y ¡tan dolorosas! que apenas podía caminar (para que describir nuestra angustía cuando la veíamos partir los lunes desde nuestra pequeña ciudad hacia Córdoba. ¡Intentaba por todos los medios de continuar con su carrera!).
Cada vez que tenía cita con la doctora yo la acompañaba, tenía que seguir paso a paso el proceso de la enfermedad de mi hija ; estaba convencida que era Lupus, que el "Chico Malo" estaba golpeando de nuevo mi puerta, seguramente Dios me lo estaba avisando.
Cansada y angustiada de verla sufrir, le pregunté a la doctora si no era factible que le solicitara una biopsia para acelerar el diagnóstico pues ya en sus piernas habían comenzado a formarse "pozos" y manchas feas, oscuras cuyo aspecto eran como "mordidas" o "rasguños" de algún animal (éstas, me convencían más aún de que podía ser Lupus, que significa "lobo" en latín por las características de las afecciones, entre otras semejanzas).
La primera biopsia (muy superficial) no determinó si era la enfermedad que yo tanto temía. A esta altura (ya habían pasado nueve meses) la dermatóloga solicitó otra biopsia más profunda y una junta médica. ¡Estaba muy desorientada y asustada! pues Paola estaba cada vez peor; a los quince días de ésto, con los informes correspondientes, pidió ayuda a un médico clínico quién la derivó a una reumatóloga. No tuvo tiempo de verla, cuando faltaban quince días para cumplir los diez meses de tratamiento y dos días para la llegada de la primavera, Paola tenía signos evidentes de un gran deterioro físico y psíquico, sólo quería estar en su cama, hacía esfuerzos para mostrar entusiasmo ante sus amigas que iban a visitarla y a "planear" como pasar mejor el día 21. Llorando y por supuesto, sin que ella me viera, le pregunté a mi esposo: ¿Dónde está mi hija, la divertida, la que ganaba todos los concursos de bailes? ¿Quién me la robó, el Lupus?
Nunca olvidaremos ese veinte de Setiembre, corría el año 2005, llegaba la noche y Paola "volaba" de fiebre, apenas podía abrir sus ojos.
Por supuesto que para ella y para nosotros ese año no tuvo primavera; sin haber dormido absolutamente "nada" partimos temprano a Córdoba y como era de suponer, quedó internada ese "Inolvidable 21 de Setiembre".
Fue sometida a varios tests y otra biopsia, con los resultados de los mismos, la visitó el cuerpo médico de reumatología; tomó la palabra una doctora y le dijo: -Nena, por las llagas que tenés en la boca, la caída del cabello y un antecedente familiar, hemos determinado que Tenés Lupus y no tiene cura..
¡¡Sentí que el mundo entero me tragaba!! a pesar de que lo sabía desde el principio, sólo atiné a preguntar: -¿Fue necesario dejar pasar tanto tiempo, permitir que le dañara la piel en casi todo su cuerpo?, sólo tiene 18 años...Además, les informé que desde el comienzo le había dicho a la dermatóloga que yo padecía Lupus. Se miraron entre si, no me dijeron nada y se retiraron de la sala.
Por un momento retrocedí en el tiempo, volví a vivir lo mio de muchos años atrás cuando mi padre preguntó si tenía cura -No, contestó el médico-. La angustia de mis padres de aquel entonces, sus ojos a punto de llorar, sin lugar a dudas eran iguales a los mios de este momento.
El llanto de mi hija me hizo volver a la realidad ; soy muy creyente en Dios, Él me hizo muy fuerte espiritualmente así que me acerqué a la cama y con una sonrisa le dije: -Jovencita ¡Arriba esos ánimos!
cuando me casé con tu padre, ya tenía Lupus, lo tuve a tu hermano, a vos , trabajé y trabajo mucho aún fuera y dentro de casa- y apelando siempre a mi buen humor continué -¡Bienvenida al club! no estás sola en él, tu madre es la socia fundadora (por los tantos años que tiene ja ja). Sólo conseguí sacarle una pequeña sonrisa, tapándose con la sábana y....llorando me contestó: -Si, pero ¡Te vi sufrir tanto con esta enfermedad!
Estuvo internada una semana y media, a solas con mi marido ¡Lloramos tanto! y para que contar el día que fuimos a buscar sus pertenencias a la pensión. Tuvo que dejar de estudiar, había rendido muy pocas veces ese año.
Me volví a pelear con la vida, con las enfermedades, con todo lo negativo que me toca vivir pero, éste estado anímico no me duró mucho pues apelé a mi resiliencia, o sea, a mi capacidad humana de continuar viviendo lo mejor que puedo a pesar de las situaciones difíciles y aún más: de salir fortalecidas de ellas asi que puse todo ésto en mi "Mochila Imaginaria" para seguir transitando la vida que Dios me dio y ahora con mayor razón pues Paola no necesita una madre amargada y llorona (ella siempre dice que soy "un ejemplo de vida") asi que es en ése espejo en el que debe verse reflejada.
Al artículo LUPUS "Parece Una Mariposa" lo finalizo diciendo: En otro articulo lo cuento.., es ésto. Mi nueva relación con el Lupus: No me vence, me hace más fuerte, doblemente más fuerte. Primero, por mi hija y segundo, por mi.